La verdad está ahí fuera

Una de las series que causó mayor impacto en los 90 en todo el mundo, convirtiéndose en su día en un auténtico fenómeno sociológico en muchos países, fue probablemente una de las mayores depeciones televisivas que jamás han existido.

Por mucho que los fans acérrimos de la creación de Chris Carter lo nieguen (lo siento Cristina), la serie se mantuvo en antena 9 temporadas, alargando innecesariamente una agonía hacia un final en el que la audiencia había abandonado a la serie.

El planteamiento inicial de la serie no sólo no era malo, era una gran idea. Dos protagonistas de puntos de vista diametralmente opuestos (escepticismo vs fé), una tensión sexual en la que parecía que nunca se liarían o que ya estaban liados, un tratamiento "serio" de los temas de la ciencia ficción con planteamiento de investigación policíaca, un misterio de fondo a lo largo de la serie (los capítulos de mitología acerca de la conspiración alienígena) y un monstruo de la semana en cada capítulo, una serie de elementos que hacían que la serie tuviera una gran proyección. Los personajes principales (los archiconocidos Fox Mulder y Dana Scully) asentaban su personalidad cada vez más y ganaban en carisma, los personajes secundarios se hacían interesantes y misteriosos... o divertidísimos y entrañables (Los Pistoleros Solitarios, ese grupo de personajillos que ayudaban a Mulder), la serie crecía a gran velocidad. Y llegó el momento clave: la película.

La película era la ocasión perfecta y soñada para cerrar una gran historia. Tras 5 temporadas desarrollando la trama sumergida de la conspiración gubernamental, parecía que con la película se resolverían todos los enigmas. Nada más lejos de la realidad. La película sólo era un capítulo de dos horas de duración en el que no se resolvía absolutamente nada. Ni la conspiración se destapaba y finalizaba, ni Mulder y Scully mostraban abiertamente algo que demostrase una relación sentimental, ni Mulder encontraba a su hermana supuestamente abducida años atrás, nada de nada. Sólo una gran visagra entre las temporadas 5 y 6.

Bajo mi opinión, ese fue el momento jump the shark de la serie (jump the shark es una expresión que hace referencia a un capítulo de Días Felices en el que el personaje de Fonzie salta por encima de tiburones, señalando el punto en el que la serie pierde el norte y se hunde irremediablemente). Habrá gente que opine que el verdadero debacle de la serie se produce cuando primero David Duchovny (Mulder) y luego Gillian Anderson (Scully) abandonan la serie parcialmente (en la mayoría de capítulos de la 8ª y 9ª temporada), pero el final perfecto era la película. La agonía se alargó hasta puntos en los que la serie perdió el sentido inicial (aunque algunos fans afirman que esos capítulos en los que aparecen los nuevos protagonistas tienen mejores guiones para compensar la falta de los carismáticos Mulder y Scully).

A pesar de todo lo que he escrito antes, de lo crítico que he sido, no puedo sin embargo evitar reconocer que Expediente X tiene capítulos buenos, capítulos buenísimos y capítulos que son una maravilla para cualquier aficionado a la televisión. No me despediré sin antes recomendar al menos uno, el capítulo 4 de la 3ª temporada: El reposo final de Clyde Bruckman (Clyde Brukman's Final Repose), una historia genial de un vidente que sólo puede ver en el futuro las muertes.

Y recordad...