House y el efecto Equipo A

House fue la gran sorpresa y alegría para la cadena Cuatro el año pasado. Hicieron uso y abuso de la popularidad del irónico y misántropo doctor para hacerse un hueco en el horario de máxima audiencia. Fue la serie que mantuvo a Cuatro a flote entre semana, tras fiascos en cada día (Maracaná 05 y 06, Génesis, Anatomía de Grey al principio, etc.) y el único programa que respaldaba los buenos resultados que conseguía Noche Hache.
En el resto del mundo sucedió algo parecido, House es un fenómeno y un éxito. Pero corría un peligro muy claro.
La serie nació como una aplicación del personaje de Sherlock Holmes a la medicina y a las series de hospitales, cada capítulo trata de un misterio que hay que resolver, un malo al que detener (aunque el malo sea microscópico) y alguien a quien salvar. Es una estructura muy fija que se refuerza más al tener en cuenta que los personajes siempre se mueven en un decorado estable (el hospital) y son los pacientes los que acuden a él.
La serie corre peligro de sufrir el efecto Equipo A, que una vez visto un capítulo sea como si los hubieras visto todos, la serie se vuelve repetitiva y aburrida, pierde interés y desaparece. Hay una serie de elementos que siempre se repiten y los propios guionistas (que no son nada tontos) lo saben. En el último capítulo de la segunda temporada, Sin Razón, cuando House medita y reflexiona sobre su propia realidad analiza también la estructura de la serie: cuando al final descubre que no es real, que todo es una ilusión, lo hace analizando el cambio en la estructura. Les dice a sus ayudantes "¿Por qué no habéis intentado retirarme del caso? Estoy sufriendo alucinaciones, lagunas", ellos contestan "Como siempre estás loco y siempre aciertas". "Casi siempre, al final, acierto."

Pero como ya he dicho, los guionistas no son tontos, al contrario, son muy buenos. La primera temporada supieron suplir esa deficiencia mediante un personaje carismático a más no poder, el doctor más famoso de lo que llevamos de década. Hugh Laurie tuvo la suerte de poder interpretar a House, un personaje de los que te hacen ganar premios. No sólo el carisma del personaje y del actor, también el humor ácido y su encanto de tipo duro (es el típico duro malo que en el fondo es bueno, un personaje que siempre ha existido) lo han hecho triunfar. La segunda temporada se ciñó a explorar el lado sentimental del personaje, su relación con su ex-mujer y al final cuestionaba la forma de ser del personaje, esa de la que parece tan seguro que nadie podría derrumbarla. En la tercera temporada veremos como House tiene un enemigo a su altura de verdad, pero prefiero no contara nada y ya lo veréis.
A mí me encanta House. No sólo porque me encante el personaje o porque me chiflen las series de misterios y de hospitales. Me encanta porque en la primera temporada hubo un capítulo en el que los guionistas jugaron conmigo y me demostraron como podían manejarme. El capítulo es el número 21, Tres Historias, en el que House tiene que dar una clase y comienza a contar tres historias de tres casos que tuvo. Cuando al principio parece que simplemente vamos a asistir a otro capítulo normal (la misma estructura: misterio, hipótesis, solución) sólo que con el añadido de estar siendo relatado a los alumnos y con tres casos en lugar de uno, conforme avanza el capítulo descubrimos que está contando su propia historia y que este capítulo no es un capítulo. Es el capítulo.
Etiquetas: Serie España
0 Comentarios:
Publicar un comentario
<< Home